Domingo, 22 de abril de 2012
… 12:44 p.m.
No llegaré, el salto es muy grande, tengo que decírselo a
McCarnigarn.
-
No voy a llegar, John, está muy lejos.
-
No me jodas, está igual que antes, si un viejo como yo ha podido,
¡tú puedes joder!
Aquel viejo tenia razón, su mirada bajo ese sombrero de vaquero
me dio fuerzas, me eché dos pasos hacia atrás, miré otra vez a
John que me sonreía desde el otro lado de la grieta. Comencé a
correr hacia el abismo y en el momento justó salté, levanté los
brazos y miré como John abría los suyos para agarrarme, pero cada
vez estaba más lejos, miré hacia abajo y la grieta era más grande,
no iba a llegar. Empecé a caer y escuché de lejos el “no”
alargado de John que también se alejaba. Caí al vació, me encontré
rodeado de rocas y grité, pero el sonido era el de un móvil, el
mio.
Me desperté empapado en sudor. El teléfono sonaba encima de la
mesita, lo cogí, miré el número y no me sonaba, me lo puse en la
oreja, joder no me he dado a descolgar, otra vez a la oreja.
-
¿Si? – dije medio dormido.
-
¿Hola? ¿Alejandro? Em, soy Alex, ¿te acuerdas de ayer?
-
¿Eh? Si, si… Alex si, dime, ¿qué quieres?
-
Bueno he pensado en aquello que me dijiste – en ese momento no
recordaba qué le dije – y creo que si podríamos hacerlo… Em ¿te
he despertado?
-
¿Qué? No, no, da igual… ¿el qué podríamos hacer? Ahora mismo
estoy algo perdido.
Me dolía la cabeza como nunca. Me levanté aún con el teléfono
en la oreja. Busqué las zapatillas con los pies y como no las
encontraba me levanté descalzo. Estaba desnudo y no recordaba nada.
-
(…) así que por eso quiero contártelo. ¿Sabes? por las dos cosas
– joder no había escuchado una mierda, esa voz era tan familiar….
– ¿entiendes?
-
Si – mentí – me quieres contar algo, entiendo.
-
Si… oye ¿estás bien?
Me estaba tomando una doble aspirina, pronto me haría efecto y
sabría quién coño era aquel tipo que se llama como yo y que su voz
era muy familiar.
-
Si, si… ¿Alex dices? Oye, ahora tengo algo que hacer, llámame
dentro de veinte minutos ¿vale?
Le colgué si escuchar su respuesta. Las aspirinas iban haciendo
su efecto, notaba menos presión en la cabeza. ¿Quién era aquel
joven? Anoche debí de haberle dado mi número, pero ¿Cómo? ni
siquiera yo me lo sé, aunque… Busqué mi cartera y ahí estaba la
respuesta: mi tarjeta. ¿De verdad se la había dado? Entonces era
por algo de trabajo. Pero no de trabajo aburrido, al menos eso creo.
Me vestí con lo que encontré, unos pantalones y una camiseta
viejos. Me dolían los dientes y… ¡Claro, Alex! Aquel colgado
borracho que me habló en el bar. Aquella historia, aquella
iluminación que tuve gracias a él. Joder, seré estúpido, por poco
lo llevo todo a la mierda. Este chico puede realzar mi carrera.
Escuché el teléfono sonar, corrí y lo cogí rápidamente.
-
¡Alex tío! –dije efusivamente – ¿Qué tal? siento lo de antes,
no estaba en mi onda.
-
Ah, hola. Bien, bien, gracias. No se, la verdad te encontraba muy
raro.
-
Nada, tenia un dolor de cabeza enorme y no pensaba con claridad.
Bueno, parece que te has decidido ¿no?
-
Si… lo he pensado y bueno, compartir esto con alguien, si es para
ayudarlo me parece genial. Además este mundo me gusta y bueno, es
una oportunidad.
-
Así se habla chaval. Pues tendremos que quedar para empezar, todo es
muy sencillo, no te preocupes. ¿Cuándo te viene bien?
-
Pues, en cualquier momento.
-
Perfecto entonces. ¿Esta tarde tienes libre? Simplemente para vernos
y cerrar algunas cosas.
-
Vale. Emm… ¿dónde?
-
Pues vente para mi casa, vivo en el paseo, en el número 19, el
cuarto piso. Vente para las cinco de esta tarde. ¿Te viene bien?
-
Si, si, allí estaré.
-
Bien. Hasta luego.
-
Adiós.
Estaba nervioso cuando colgué. No se por qué tenia tantas
esperanzas, recordaba vagamente la historia que me dijo que me
contaría, pero lo que recuerdo muy bien son las ganas y las
ilusiones que me dio. Quizá sea una señal, algo divino venido desde
lo normal. Un joven con un talento especial, para ayudarme a salir de
esta crisis. Esta sensación nunca la he tenido, pero es muy cálida,
estoy contento.
(…)
Ya daban las cinco y media y el chico este no daba señales de
vida. Me había encasquetado unos vaqueros y un polo viejo para
parecer un tipo serio. En realidad nunca me había preocupado por la
ropa, aunque siempre llevaba nueva; ahora solo llevo trapos. Soy un
descuidado, solo me ducho para que no me echen del trabajo.
¿Dónde coño estará el subnor…? Ah, debe de ser él. Cojo el
telefonillo y le abro la puerta. Espero impaciente a que toque
el timbre de aquí arriba, pero en vez de eso, toca con los nudillos.
Abro la puerta y ahí está, plantado como un pilar, aquel no era el
chico de anoche, seguía estando gordo y seguía vistiendo mal, pero
ahora tenia un aire diferente. Le indiqué que pasará y que se
sentara en el sillón del salón.
Su cara era diferente, no estaba melancólico ni tenia esa
expresión de sabio pensativo, ahora estaba como perdido, lo había
sacado de su rutina, eso seguro y estaba muy receptivo a nuevas
experiencias.
-
Bueno… tú dirás – me dijo, no me había dado cuenta de que
estaba de pie en el salón sin decir nada.
-
Ah si, perdona. Verás te he preparado este papel para que lo leas,
es algo natural para que los abogados no nos toquen las narices y…
oye ¿tienes mi tarjeta por ahí?
-
¿Eh? – se buscó por los bolsillos – si aquí la tengo, toma.
-
Gracias, es que es la última que tengo….
-
Si ya… bueno ¿tengo que firmar…?
-
Si aquí y aquí, es mero trámite. Es una tontería, pero si
decidimos hacer algo con tu historia y lo firmamos después de
contármela, es probable que me puedas sacar los higadillos. Además
yo me comprometo a escucharte sin reparos y a ser fiel.
-
Perfecto entonces
Cuando terminó de firmar me entraron unas cosquillas en el
estómago. Volvía a mi niñez, volvía a tener ganas y ¡aún no
había escuchado la historia! Alex no se dio cuenta de que estaba
muy, demasiado, nervioso.
Lo veía ahí parado, sin decir nada. Me dio el papel y lo dejé
por ahí. A Alex le hubiera dado igual estos temas, lo había
preparado para parecer más profesional. Quizá ahora se asuste
cuando saque la grabadora, pero no lo hice, me senté delante de él
y saqué mi libreta para apuntar.
-
Esto es para apuntar detalles. Si luego hay que dar fechas y
localizaciones queremos que sean fieles. Quiero que me cuentes la
historia como si de un amigo se tratase, como lo hicieras en un café
o algo así.
-
¿No seria mejor que lo grabases? Queda más profesional.
-
Em…. si, claro, tienes razón, voy a por la grabadora. Espera.
Será cabrón el niño. ¡Si la llevo en el bolsillo! ¿Por qué
me he levantado para “ir a por ella”? Claro, si la hubiera
sacado delante de él había sido vergüenza subida. ¡Será cabrón
el niño! Cuando vuelvo está ahí parado, como si nada, aunque en su
cara puedo atisbar una pequeña mueca de risa.
-
Ya está – le dije un tanto enfadado pero divertido a la vez –
Bueno, empieza cuando quieras.
-
¿Te lo cuento todo?
-
Todo
-
¿Sin peros ni señales?
-
Si
-
¿Aunque me ponga pasteloso y melancólico?
-
Mientras no intentes besarme no pasa nada.
Nos estuvimos riendo durante un par de minutos. Traje unos vasos
con agua y bote de frutos secos.
-
Pues, estoy nervioso y todo – lo estaba – creo que tendríamos
que remontarnos al colegio…. Una eta
-
Espera, antes de nada – le di al rec – pongamos una pequeña
sinopsis de la historia.
-
Vale
Me he enamorado muy pocas veces en esta, mi vida. Creo en el amor, pero él no cree en mí, no tiene confianza. Esta es la historia amorosa de mi vida, todos los sentimientos, todos los compases que he visto u oído estarán aquí. Esto es realidad, supera a la ficción, rompe con los tópicos. He aquí, el amor resumido cuatro veces.
-
Eso ha sido muy bonito tío.
H.D.P
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