lunes, 23 de abril de 2012

Ranura de memoria 2 - Presente

Domingo, 22 de abril de 2012

… 12:44 p.m.

No llegaré, el salto es muy grande, tengo que decírselo a McCarnigarn.
-          No voy a llegar, John, está muy lejos.
-          No me jodas, está igual que antes, si un viejo como yo ha podido, ¡tú puedes joder!
Aquel viejo tenia razón, su mirada bajo ese sombrero de vaquero me dio fuerzas, me eché dos pasos hacia atrás, miré otra vez a John que me sonreía desde el otro lado de la grieta. Comencé a correr hacia el abismo y en el momento justó salté, levanté los brazos y miré como John abría los suyos para agarrarme, pero cada vez estaba más lejos, miré hacia abajo y la grieta era más grande, no iba a llegar. Empecé a caer y escuché de lejos el “no”  alargado de John que también se alejaba. Caí al vació, me encontré rodeado de rocas y grité, pero el sonido era el de un móvil, el mio.
Me desperté empapado en sudor. El teléfono sonaba encima de la mesita, lo cogí, miré el número y no me sonaba, me lo puse en la oreja, joder no me he dado a descolgar, otra vez a la oreja.
-          ¿Si? – dije medio dormido.
-          ¿Hola? ¿Alejandro? Em, soy Alex, ¿te acuerdas de ayer?
-          ¿Eh? Si, si… Alex si, dime, ¿qué quieres?
-          Bueno he pensado en aquello que me dijiste – en ese momento no recordaba qué le dije – y creo que si podríamos hacerlo… Em ¿te he despertado?
-          ¿Qué? No, no, da igual… ¿el qué podríamos hacer? Ahora mismo estoy algo perdido.
Me dolía la cabeza como nunca. Me levanté aún con el teléfono en la oreja. Busqué las zapatillas con los pies y como no las encontraba me levanté descalzo. Estaba desnudo y no recordaba nada.
-          (…) así que por eso quiero contártelo. ¿Sabes? por las dos cosas – joder no había escuchado una mierda, esa voz era tan familiar….  – ¿entiendes?
-          Si – mentí – me quieres contar algo, entiendo.
-          Si… oye ¿estás bien?
Me estaba tomando una doble aspirina, pronto me haría efecto y sabría quién coño era aquel tipo que se llama como yo y que su voz era muy familiar.
-          Si, si… ¿Alex dices? Oye, ahora tengo algo que hacer, llámame dentro de veinte minutos ¿vale?
Le colgué si escuchar su respuesta. Las aspirinas iban haciendo su efecto, notaba menos presión en la cabeza. ¿Quién era aquel joven? Anoche debí de haberle dado mi número, pero ¿Cómo? ni siquiera yo me lo sé, aunque… Busqué mi cartera y ahí estaba la respuesta: mi tarjeta. ¿De verdad se la había dado? Entonces era por algo de trabajo. Pero no de trabajo aburrido, al menos eso creo.
Me vestí con lo que encontré, unos pantalones y una camiseta viejos. Me dolían los dientes y… ¡Claro, Alex! Aquel colgado borracho que me habló en el bar. Aquella historia, aquella iluminación que tuve gracias a él. Joder, seré estúpido, por poco lo llevo todo a la mierda. Este chico puede realzar mi carrera.
Escuché el teléfono sonar, corrí y lo cogí rápidamente.
-          ¡Alex tío! –dije efusivamente – ¿Qué tal? siento lo de antes, no estaba en mi onda.
-          Ah, hola. Bien, bien, gracias. No se, la verdad te encontraba muy raro.
-          Nada, tenia un dolor de cabeza enorme y no pensaba con claridad. Bueno, parece que te has decidido ¿no?
-          Si… lo he pensado y bueno, compartir esto con alguien, si es para ayudarlo me parece genial. Además este mundo me gusta y bueno, es una oportunidad.
-          Así se habla chaval. Pues tendremos que quedar para empezar, todo es muy sencillo, no te preocupes. ¿Cuándo te viene bien?
-          Pues, en cualquier momento.
-          Perfecto entonces. ¿Esta tarde tienes libre? Simplemente para vernos y cerrar algunas cosas.
-          Vale. Emm… ¿dónde?
-          Pues vente para mi casa, vivo en el paseo, en el número  19, el cuarto piso. Vente para las cinco de esta tarde. ¿Te viene bien?
-          Si, si, allí estaré.
-          Bien. Hasta luego.
-          Adiós.
Estaba nervioso cuando colgué. No se por qué tenia tantas esperanzas, recordaba vagamente la historia que me dijo que me contaría, pero lo que recuerdo muy bien son las ganas y las ilusiones que me dio. Quizá sea una señal, algo divino venido desde lo normal. Un joven con un talento especial, para ayudarme a salir de esta crisis. Esta sensación nunca la he tenido, pero es muy cálida, estoy contento.

(…)

Ya daban las cinco y media y el chico este no daba señales de vida. Me había encasquetado unos vaqueros y un polo viejo para parecer un tipo serio. En realidad nunca me había preocupado por la ropa, aunque siempre llevaba nueva; ahora solo llevo trapos. Soy un descuidado, solo me ducho para que no me echen del trabajo.
¿Dónde coño estará el subnor…? Ah, debe de ser él. Cojo el telefonillo y le abro la puerta.  Espero impaciente a que toque el timbre de aquí arriba, pero en vez de eso, toca con los nudillos. Abro la puerta y ahí está, plantado como un pilar, aquel no era el chico de anoche, seguía estando gordo y seguía vistiendo mal, pero ahora tenia un aire diferente.  Le indiqué que pasará y que se sentara en el sillón del salón.
Su cara era diferente, no estaba melancólico ni tenia esa expresión de sabio pensativo, ahora estaba como perdido, lo había sacado de su rutina, eso seguro y estaba muy receptivo a nuevas experiencias.
-          Bueno… tú dirás – me dijo, no me había dado cuenta de que estaba de pie en el salón sin decir nada.
-          Ah si, perdona. Verás te he preparado este papel para que lo leas, es algo natural para que los abogados no nos toquen las narices y… oye ¿tienes mi tarjeta por ahí?
-          ¿Eh? – se buscó por los bolsillos – si aquí la tengo, toma.
-          Gracias, es que es la última que tengo….
-          Si ya… bueno ¿tengo que firmar…?
-          Si aquí y aquí, es mero trámite. Es una tontería, pero si decidimos hacer algo con tu historia y lo firmamos después de contármela, es probable que me puedas sacar los higadillos. Además yo me comprometo a escucharte sin reparos y a ser fiel.
-          Perfecto entonces
Cuando terminó de firmar me entraron unas cosquillas en el estómago. Volvía a mi niñez, volvía a tener ganas y ¡aún no había escuchado la historia! Alex no se dio cuenta de que estaba muy, demasiado, nervioso.
Lo veía ahí parado, sin decir nada. Me dio el papel y lo dejé por ahí. A Alex le hubiera dado igual estos temas, lo había preparado para parecer más profesional. Quizá ahora se asuste cuando saque la grabadora, pero no lo hice, me senté delante de él y saqué mi libreta para apuntar.
-          Esto es para apuntar detalles. Si luego hay que dar fechas y localizaciones queremos que sean fieles. Quiero que me cuentes la historia como si de un amigo se tratase, como lo hicieras en un café o algo así.
-          ¿No seria mejor que lo grabases? Queda más profesional.
-          Em…. si, claro, tienes razón, voy a por la grabadora. Espera.
Será cabrón el niño. ¡Si la llevo en el bolsillo! ¿Por qué me he levantado para “ir  a por ella”? Claro, si la hubiera sacado delante de él había sido vergüenza subida. ¡Será cabrón el niño! Cuando vuelvo está ahí parado, como si nada, aunque en su cara puedo atisbar una pequeña mueca de risa.
-          Ya está – le dije un tanto enfadado pero divertido a la vez – Bueno, empieza cuando quieras.
-          ¿Te lo cuento todo?
-          Todo
-          ¿Sin peros ni señales?
-          Si
-          ¿Aunque me ponga pasteloso y melancólico?
-          Mientras no intentes besarme no pasa nada.
Nos estuvimos riendo durante un par de minutos. Traje unos vasos con agua y bote de frutos secos.
-          Pues, estoy nervioso y todo – lo estaba – creo que tendríamos que remontarnos al colegio…. Una eta
-          Espera, antes de nada – le di al rec – pongamos una pequeña sinopsis de la historia.
-          Vale
Me he enamorado muy pocas veces en esta, mi vida. Creo en el amor, pero él no cree en mí, no tiene confianza. Esta es la historia amorosa de mi vida, todos los sentimientos, todos los compases que he visto u oído estarán aquí.  Esto es realidad, supera a la ficción, rompe con los tópicos. He aquí, el amor resumido cuatro veces.
-          Eso ha sido muy bonito tío.

H.D.P

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