Prólogo
Antes que nada decir que esto es una
historia real, son las crónicas amorosas de un chico de 20 años.
Si, lo sé, pocos años, pero creo que pueden ser interesantes,
quizá, para la gente de a pie. Como historia real tiene datos
reales, nombres, fechas, localizaciones… no voy a cambiar nada de
eso, quizá alguna persona se sienta identificada, pero son cosas
normales y hasta la última parte no nos acercamos al futuro, en
nuestro caso, el presente.
Como amante del pasado y buen
“memoriador” me centraré sobre todo en anécdotas y recuerdos
pasados. Intentaré ser lo más preciso posible, inventaré lo justo
y prometo ser sincero a la hora de contaros la verdad.
En cuanto a la parte de ficción, es un
truco que utilizaré para manteneros atentos y que guste, ya que una
historia sobre mi vida no es muy atractiva, además de que puede
hacerse monótona y predecible, de ahí que utilice esta “técnica”
narrativa y, sobre todo, utilizada mucho en el mundo del cine, para
darle ese toque a fantasía que tanto nos gusta.
Ranura de memoria 1 – Presente
Sábado, 21 de abril de 2012
- Este bar es una mierda ¿verdad? No se ofenda camarero – Ese hombre se dirigía a mi.
- Bueno, a estas horas es normal que esté vacío.
Llevaba bebiendo durante siglos y aquel
hombre me había acompañado durante todo ese tiempo aunque no
habíamos cambiado palabras hasta aquel momento. Estábamos ambos en
cada punta de la barra de aquel bar y éramos los únicos clientes
que quedaban. Yo bebía por mis razones y cuando vi que hombre se
levantaba de su taburete y se dirigía hacia mi, conocería las
suyas.
Cuando estaba a unos metros de mi, me
di cuenta de que no tendría más de 25 años. Era un joven triste,
iba medio chepado y no tenía un cuerpo atlético. Era más bien
tosco y vestía a la moda de hace 10 años, la moda de “ve cómo te
de la gana” tan típica del nuevo milenio.
- No sé qué hora es… ¿puedo? – Me preguntaba señalando el taburete más cercano a mí.
Le hice un gesto de aprobación y se
sentó a mi lado. Se quedó mirando su copa casi vacía y me di
cuenta de que no tenia más de 20 años, era aún joven y parecía
destrozado como si hubiera vivido dos vidas. Era obvio que estaba
borracho, pero no se tambaleaba, ni se quedaba embobado mirando el
vaso vacío. Estaba sereno, triste, tenía una mirada penetrante.
Su aspecto era descuidado, iba sin
peinar y se notaba que se cortaba el pelo así mismo, la barba la
llevaba muy corta.
- Me llamo Alex. Siento haberte hablado, no suelo hacerlo, pero me dolían los dientes de no haber dicho nada en toda la noche.
- Vaya, yo también me llamo Alejandro. No pasa nada, si tenemos la capacidad para hablar, podemos hacerlo.
Alex cambió su expresión a una mueca
divertida, se terminó la copa y apartó el vaso. Era un joven un
tanto familiar y aquella…
- ¡Qué casualidad si…! Y bueno, que haces para pagarte todo el alcohol que llevas tragando durante toda la noche.
- ¿Emh? Bueno, ahora mismo trabajo como operador de cámara en un programa de cocina. Aunque yo, yo no me dedico a eso, yo creo. Soy un visionario.
- ¿Visionario? ¿Qué creas? – Aún no me había mirado a los ojos, eran marrones como los míos y demasiado profundos para la edad que tenían.
- Soy director de cine. Hago películas nunca vistas…
- Eso está guay. Películas nunca vistas… bueno eso es normal, si no, nadie te contrataría.
- Ah, claro, bueno ya lo hacen, llevo dos años sin nada nuevo. Por eso ahora soy cámara, me da lo suficiente para pagar mi alcohol.
No tenia ni idea de por qué le había
contado eso a aquel joven. Era extraño, pero sin quererlo le había
contado mi vida, sin proponérmelo le había contado que soy un
fracasado subido, sin pensarlo le había dicho que era un hombre
acabado.
- Y ¿por qué no bebes con una mujer? Pensaba que los hombres de tu edad tenían una agenda para ligues, para, simplemente no beber solo.
- Bueno, nunca he sido bueno con las mujeres. Y hoy me apetecía beber solo, como ayer, anteayer…
- Podrías hacer una peli sobre eso. “El hombre que bebía demasiado” – Alex soltó una carcajada que resonó en todo el bar. A mi me dio también la risa, aunque luego pensé que era cierto. Quizá debería de dejarme de hacer cine extraño, paranormal, fuera de lo común y centrarme en un cine personal, casi documental.
- Tienes mucha razón, ¿sabes? Mi cine siempre es raro, siempre tiro de giros de guion tan bruscos que a poca gente le gusta, pero es un nuevo estilo, el mio. Aunque tienes toda la razón, debo tocar lo personal, a la gente le gusta lo normal, le gusta lo cotidiano. Quieren sentirse identificados con los personajes, sentir que pueden ser ellos, amarlos y odiarlos… ¡esa es la solución¡
No me había dado cuenta de que me
había puesto en pie y tenia el dedo en alto. Quizá iba demasiado
borracho, pero el corazón me latía a mil por hora, Alex, aquel
joven, me miraba desde abajo con una sonrisa, pero no riéndose de
mi. Me creía. Tenia fe en mí.
Pero había un problema. Mi guionista
se había largado y yo no tenía ese don para escribir historias
reales, sabía meter sangre cuando era necesario, una pelea, un
monstruo imposible, pero ¿crear una historia de verdad de la nada?
Eso era imposible.
Baje el brazo y me senté, me terminé
la copa y agaché la cabeza. Idiota. Necesitaría la historia
perfecta para conseguir llevarla a cabo, no tenia la suficiente pasta
como para contratar a alguien. El sueño se alejaba tan rápido como
el último sorbo de mi cubata me atravesaba la garganta.
- Es imposible – le dije a aquel chico.
- ¿Por qué?
- No se escribir, no se inventar cosas reales. Aún soy un crio jugando con dinosaurios de juguete, solo visualizo cosas de mentira…
- (….) ¿Cuántas veces te has enamorado?
- ¿Eh? ¿Qué? – me sentía confuso – No sabría decirte… muchas veces supongo.
- Ah… yo solo cuatro veces. Y me acuerdo de cada una de ellas.
- ¿Cómo? ¿Un número fijo? Qué extraño.
- No tanto. Mi idea del “amor” no será la misma que la tuya – me dijo esto de una manera un tanto mística, aunque al final soltó otra carcajada.
- Oye… ¡eso es! Cuéntame tu historia, esa será la que llevaré a la productora, quizá guste. No se, es la primera vez que escucho eso…. ¡y es algo extraño!¡ Cómo a mi me gusta!
- Mi historia no le interesa a nadie….
- A mi si… por favor. Toma –le di mi tarjeta, solo me quedaba esa, la había guardado como recuerdo – llámame si cambias de opinión. Simplemente quiero escucharla, luego puedes decidir si la llevamos más allá.
Cogió la tarjeta y la miró frunciendo
el ceño, hizo otra mueca y la guardo en el bolsillo. Me miro e hizo
un gesto de aprobación mientras se levantaba del taburete. Me dijo
adiós y antes de salir por la puerta se dio la vuelta para mirarme,
yo me había girado para verlo salir y vi como me hacia un gesto con
la mano, como un teléfono, se lo puso en la oreja, me señaló y
empujo la puerta.
Iba a volver a ver a ese chico, estaba
seguro. No se por qué pero tenia ese presentimiento. Este era el
momento de volver al mundo, a mi mundo. Iba a volver como un grande.
Estaba eufórico, quizá debía de haberle pedido el teléfono a él,
por si acaso. Joder menudo error de principiante.
H.D.P.
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