jueves, 19 de julio de 2012

Lo mismo hasta tienes crios

Y lo fácil que es imaginar ser "ese" y no yo... capullo.
Sinceramente hoy encuentro un vacio emocinal que debía de ser mi miembro masculino en un pasado, como tengo un sitio en esta red llena de pornografía y estafas, pensé que seria bonito ponerlo aquí.
Pero la noticia no es que el logo de 'Londres 2012' parezca una figura erótica, en la que Lisa Simpson le pronporciona placer oral a su hermano, provocando el mayor de los más crueles incestos de la historia de la humanidad; la noticia es esa puta vieja amiga llamada ilusión  ha llamado a mi puerta con una cestita llena de amargas promesas y dulces mentiras, esperando paciente a que meta la mano para ver qué cojones saco.



Pensareis que la ilusión no es mala, pero claro no sois yo y tampoco teneis mi mala suerte. Imaginaos por un momento que os prometen un teléfono móvil -para que os lo metais por el culo-, en vuestro caso trendreis una ilusión de vuestro trasto preferido, un Iphone o alguna polla con 3G. En mi caso mi ilusión se empalma, creando un movil imposible que puede volar, asar salchichas en su pantalla y hacerme llegar a la luna para follarme a una extraterrestre cachonda de cómoda vagina espacial.
Podria Nikola Tesla bajar del cielo y darme una somanta ostias por ser tan ignorante o estúpido, pero no cambiaría mi tonta mentalidad ilusitoria. Así, como quien bebe un vaso de orín, subes alto, pensando en lo mejor, en la felicidad, en la compañia, en los besos, en las caricias, en todo lo inventado por el Hombre... para luego, caer desde lo más alto y al llegar al suelo desear ser otro tipo de persona. Más recta, razonable y sensata, pero ¡qué coño!, caida tras caida, seguiré pensando que esa chica me quiere tras el primer hola.

martes, 5 de junio de 2012

Ranura de memoria 4 – Presente


Jueves, 24 de mayo de 2012

Durante los siguientes días no había llamado a Alex, él tampoco había dado señales de vida. Por una parte estaba nervioso, esta historia iba para largo e íbamos un tanto retrasados, pero por otro lado, no me apetecía verlo. Una pequeña parte de mi aún estaba un poco resentida y el tiempo es lo mejor para olvidar. 

Hacia una semana que no nos veíamos, quizá ya era hora de llamarlo, pero yo había tenido un percance con los médicos, me habían diagnosticado un sinus pilonidal en la baja espalda y me había operado hace 3 días. Estaba recuperado, aunque aún tenia dolor y no podía permanecer mucho tiempo sentado, el menos mi trabajo era de pie y hace unos días nos dijeron que algunos íbamos a cambiar de programa o incluso se hablaba de operarios de cámara para un rodaje de una película. Yo me ofrecí voluntario para esto último, quería oler de nuevo un set, meterme en ese mundo y, quizá, podría dejar caer un libreto delante de las narices del productor de turno. Tendría que adornarlo como nunca, hacerlo tan comercial como un anuncio. También podría rodarlo por mi cuenta, no era una superproducción y me debían favores. Favores. Gente.

Viernes, 25 de mayo de 2012

Desperté temprano, justo antes de que sonara el despertador, pero como siempre, puse la mano sobre él y esperé a que sonara para apagarlo. Cogí el móvil y me decepcionó no ver alguna llamada perdida o un sms, pero claro, no creo que fuera a llamarme por la noche.  Me duché, salí de mi casa, cogí el coche y me dirigí hacia los estudios.

Llegué media hora antes sin darme cuenta, así que me escondí detrás de la maquina del café, había una pequeña sala para los recambios de los focos. Nadie entraba allí nunca, salvo para echar un polvo rápido si te había entrado el calentón con la jefa de caterin. Solo lo habíamos hecho una vez y encontramos ese sitio de pura chiripa y menos mal, yo ya no llevaba los pantalones puestos.
No la volví a llamar después de eso. Quizá ahora estaría saliendo con ella y con planes de boda e hijos. Simplemente esa idea me revolvía las tripas, no la idea de ser padre o esposo, si no la idea de no tener aún alguna de las dos cosas.

Por alguna extraña razón me bajé los pantalones y me saqué el pene, pensaba masturbarme allí mismo recordando aquel maravilloso polvo, pero justo antes de empezar escuché al jefe en la máquina de cafés, estaba hablando otro hombre.

-          ….el problema viene de a quién te quieres llevar.
-          Bueno, evidentemente, quiero al mejor. Estamos hablando de una producción de hollywood.
-          Bueno tengo un cámara con bastante experiencia, es el que hace los planos de cámara, creo que antes era director… si tiene varios trabajos independientes y algunas producciones.
-          ¿Es profesional? Bueno parece que tiene experiencia
-          Si claro, es un buen cámara, puedes llevártelo a Inglaterra sin problemas y …

No me lo podía creer, ¿Inglaterra? ¿Qué demonios significaba eso? El cabrón los lo había ocultado y la jodida suerte ha estado esta vez de mi parte. No quería irme, ahora no. Sin subirme los pantalones salí de la sala de recambios para focos y me presenté delante de los dos hombres trajeados. Ambos se quedaron petrificados al verme de repente, pero sus caras se transformaron en un cuadro de Dalí al verme la polla colgando por fuera del calzoncillo. Antes de que pudieran decir nada, les tiré el café encima, me subí los pantalones y salí de allí con paso firme. No entendía lo que me decían pero el revuelo era impresionante y supongo que los insultos saltaron como chispas de petardos. Salí a fuera evitando la metralla y subí a mi coche. Lloré durante todo el camino a casa.

Sábado, 26 de mayo de 2012

Desperté tirado en el suelo junto al sofá, al moverme sonaron algunas de las botellas de ginebra que compre de camino a casa. Había cogido la mayor de las borracheras para intentar buscar una respuesta a mi actuación de ayer, si es que era sábado, quizá llevaba inconsciente dos días. Busqué a tientas el teléfono móvil pero lo único que encontré fueron más botellas y trozos a medio comer de pizza.

La había cagado, eso estaba seguro, di por hecho que me habían despedido, ahora no tenía trabajo, así que tampoco una fuente de ingresos, pero si unos suculentos ahorros. Aquel no era el problema, lo era el hecho de haberme comportado como un sucio estúpido, un marrano obsceno. Quizá tuviera alguna denuncia, pero quizá también lo achacarían al trabajo y al estrés y mis compañeros habían presionado para que el jefe no me denunciase. Pero claro, salvar mi puesto era imposible. La había jodido delante de aquel magnate mediocre y por tanto, mi jefe no podía hacer la vista gorda, ya que su puesto quizá también corría peligro. Quizá también debería de buscar otro quizá también, hasta mis pensamientos son repetitivos.

En ese momento sonó el jodido teléfono taladrándome los tímpanos como una manada de hunos; entre abrí los ojos y lo encontré, al fina, debajo de una caja de pizza con una polla de considerable tamaño dibujada  en la parte superior. Antes de descolgar pude ver unos 13 mensajes “tengo amigos al fin y al cabo”, pensé. Me puse el teléfono en la oreja.

-          Brup (eructo) ¿Si?
-          Emh, hola soy –
-          Ah ¡Alex! Cuanto tiempo (maldito enano cabrón) ¿Qué tal? (Rata asquerosa)
-          Emh bien, je, gracias. Oye, ¿estás bien? (¡Qué si estoy bien dice!) Te noto la voz un poco tomada…
-          Bueno, brup, he cogido algo de frio esta noche. ¿Qué querías? (enano asqueroso)
-          Emh, ya he terminado todo lo que tenia que hacer (mentiroso cabrón) así que cuando puedas podemos retomar nuestro proyecto.
-          Si, si claro (¿podrías haber llamado antes no?) cuando te venga bien.
-          Pues te llamo para concretar, en un dia o dos, para que te mejores de ese constipado (si, mejor que no aparezcas por aquí pronto porque ¡te arrancaría esa cabeza de enano que tienes!)
-          De acuerdo. Hasta luego campeón.

Me quité el teléfono de la oreja, le grite ‘cabrón’ con todas mis fuerzas. Me levanté, abrí una ventana para que se oreara el salón y tiré el teléfono a tomar por culo. Tras hacerlo me di cuenta de que lo necesitaría para recibir la llamada de Alex, pero bueno, tenia tiempo, pero no para recoger está mierda de salón. Me fui a la ducha y me limpie toda la porquería, tanto la que tenia por haber dormido sobre trozos de pizza, como la emocional.

Martes, 05 de junio de 2012

-          Ya era hora de que llegases ¿no? – le dije con enfado a Alex, llevaba esperando 10 días a que apareciera por mi casa y llegaba una hora tarde –.
-          Perdón, perdón – dijo entre risas – es que casi lo olvidé.
-          ¿Casi lo olvidas? ¿Cómo es eso? Una cosa se olvida o no… pero casi olvidarla…
-          Bueno – soltó una risotada – es curioso, sabia que tenia que venir, pero antes de salir me puse a pensar qué decirte y casi lo olvido. Sabia que tenía que venir, pero no recordaba que tenía que venir ¿me explico?
-          No – yo también reí – creo que se te da mejor contar historias que explicarte.

Me miró con una sonrisa. Parecía que estaba contento por venir aquí, le gustaba contar su historia aunque le doliera el simple hecho de hacerla. La última vez que me llamó, hace diez días, me volvió a llamar unas horas después, me confesó que su madre estaba ofuscándolo para que dejara de venir. En una comida se le había escapado nuestro secreto y a su querida madre le parecía un puto violador de niños y no quería que Alex volviera a mi casa. Sabía que él podría solucionarlo así que le dejé margen (tiempo que utilicé para beber y estabilizar mi vida) para que el mismo lo arreglase y aquí lo tenemos, suelto como un pavo real, a sus anchas,  libre; no le tenia que decir qué hacer, el mismo se sentó en su silla delante de la mía y esperó a que yo llegara con refrescos y algo para picar.

-          Así que todo solucionado ¿no? Tu madre por fin te ha cortado las cadenas.
-          Si – bebió un poco – fue complicado convencerla, tuvimos que ver todas tus películas y cortos.
Reímos durante un par de minutos.
-          Veo que has tenido que utilizar la artillería pesada y dime, ¿qué le han parecido?
-          Le gustaron, aunque parezca increíble. Después de verlas hablamos sobre este trabajo, incluso estaba interesada, yo a mi madre no le cuento nada.  Aunque no le gustó la idea de que te contara todas mis intimidades aceptó cuando le dije que si el proyecto saldría adelante ganaríamos mucho dinero y la llevaría a una gala.
-          No está bien mentirle a una madre – reímos durante otro par de minutos. Estábamos a gusto y eso se notaba en el ambiente – pero quizá tengas razón. Quien sabe. Quién.
-          Si… quizá.

Tras una larga pausa donde cada uno imaginó lo que quería imaginar (yo por mi parte imaginé el estreno en un pequeño cine, advirtiendo al público que esta seria la mayor confesión de la verdad que jamás iban a ver), le dije con la mano que podía comenzar cuando quisiera y encendí la grabadora.

jueves, 17 de mayo de 2012

Ranura de Memoria 3 – Presente

Jueves, 17 de mayo de 2012

Durante todos estos días había dormido como un bebe. La imagen de los pechos de mi ex siempre estaba presente.  Hacia tiempo que no me dedicaba tanto tiempo, hacia siglos que no me sentía tan bien conmigo mismo y todo era gracias al amor que desprendía aquel chico y que, de alguna manera, me había empapado.

Incluso llegué temprano al trabajo, aunque en vez de estar atento solo estaba pensando que aquella tarde y, que después de tres días, volvería a ver a Alex. Esto produjo que me echaran la bronca los de producción, ya que estaba despistado y me comí dos cambios de cámara, tampoco me había estudiado las plantas de cámara así que estaba a ciegas y me las soplaba el operador de sonido que tenia detrás. Solo pensaba en trabajar lo más rápido posible para terminar y llegar pronto a casa, cambiarme, limpiar un poco y esperar la llegada de Alex.

Volvería a sumergirme en su mundo, volvería  sentirme cálido abrazado por sus palabras; y por la noche volvería a dormir bien, ya que durante esa noche sería una persona diferente, romántica y sincera, por lo que el sueño me trataría bien. Había transcrito ya la primera parte de la historia en estos tres días, también le había sacado una copia para él y seguro que le gustaba, ya que una cosa es tenerla en mente y otra leerla como si fuera una novela sobre ti mismo. También había esbozado un guion, solo el principio, pero esto es solo para mí.

Salí del despacho del jefe de personal tras una bronca monumental que me había pasado por los huevos, cada vez que el Señor Prim dejaba de hablar, asentía y decía que “si” como un robot. Quizá me habían despedido, no lo tengo claro, pero si lo hubieran hecho me habría dado algún papel para firmar, así que conservaba el trabajo. Era importante tener un dinero para empezar el proyecto, ese proyecto que me sacaría del fango.

Llegué a casa las tres y media, tenía hasta las cinco para comer y limpiar algo. Me preparé un paquete para microondas, tenía fideos y arroz con pollo. Me había acostumbrado a comer esta porquería en los rodajes,  aunque tuviéramos cáterin siempre me quedaba en el set, mirando y probando cámara. Hecho de menos esa sensación y esa libertad de no tener un jefe en la oreja.
Eran menos 5, me notaba nervioso y no sabia exactamente por qué. Cambié las pilas de la grabadora la dejé sobre la mesa al lado de la libreta. Me froté las mano… sonó el teléfono.

-           ¿Sí?
-           Hola, soy Alex. Estoy abajo

Le abrí la puerta y esperé sentado; esta vez, quería ver como llegaba y se sentaba en frente de mí, con esa parsimonia que lo caracterizaba. Así llego, me tocó en el hombro y le miré: llevaba una chaqueta sencilla y unos vaqueros raídos. Se sentó enfrente de mi, saludo otra vez y dejó una pequeña cartera a los pies.  Nos miramos sin hablar un rato y comenzó su historia.

Ranura de memoria 3 – Pasado



Soy un chico tímido, lo admito, no es algo de lo que me avergüence, pero si me molesta bastante cuando me siento inseguro, me cabrea. De pequeño era igual. Tenía una seguridad de acero cuando estaba solo y hacia cosas, si dibujaba, hacia los trazos sin miedo a borrar o a que me salieran torcidos, si tenia que hacer un círculo no lo pensaba dos veces o ensayaba encima del papel. Lo hacia y punto. Pero luego en clase de plástica o cuando mi madre me miraba era distinto. Dudaba, quería hacerlo demasiado bien, así que pensaba que si lo hacia mal defraudaría a la gente, ese miedo me hacia estar inseguro y por lo tanto, fallar. 

Con las chicas igual, nunca hablé solo con ellas, lo típico, “hola”, “adiós” nada más que yo recuerde. También ayudaba que yo era el “grande” de la clase, el gordo, la diana de bromas, el malo en gimnasia. Para las chicas solo era aquel bulto de carne y ropa usada que a veces se apartaba para dejarlas pasar. Pero no todas era así, generalizar es malo, no se debe de hacer, pero es lo más sencillo.
Había una chica, Nuria un poco desaliñada en la forma de vestir o de peinarse, siempre la típica coleta rápida. No era de las populares aunque no las tenía como enemigas, algo muy bueno. Tampoco era muy guapa y llevaba gafas; estaba flacucha y era un poco arpía, eso hacia que me interesara por ella, pero como amiga. Solo como amiga. Era muy divertida, me hacia reír y yo la hacia reír a ella. Pero desgraciadamente, en aquella época ser amigo y amiga sin formar parte de un grupo estaba mal visto, era raro, así que duró poco, no nuestra amistad, si no nuestra imagen pública de amigos. Cuando cambiábamos de sitio en clase para que todos estuviéramos con todos, cuando me tocaba ella, volvíamos a las andadas, reírnos y tratarnos como igual y, por supuesto, el amor no estaba presente, estaba dos sillas más adelante, delante de una coleta rubia bien peinada. Allí estaba, cambiada y siendo la reina de la clase.

Si antes no le decía nada, bueno, tampoco conocía lo que se hacia con novia o como se utilizaba el amor. Pero ahora era imposible, había desarrollado su cuerpo en verano, como si se hubiera metido en un capullo y hubiera salido mariposa. Una hermosa mariposa. Esos pechos que nadie sabia qué hacían, ese culo que en gimnasia todos miramos, incluso el profesor, aunque lo negara rotundamente ante el director. Fue una historia rara, en medio de una clase fui al aseo, pasé por delante del despacho del director (creo que ahora es el mismo) y estaban discutiendo sobre eso mismo, se escuchaban lo gritos de director apagados y las réplicas inacabadas del profesor de gimnasia. Al volver del cuarto de baño, salió el profesor del despacho como las balas, ni me miró, tuve que apartarme, pero era evidente que estaba cabreado y si llega a ir más rápido le hubiera prendido fuego a los pantalones de chándal que llevaba. Entonces caí en la cuenta de por qué nunca corría con nosotros, nos hubiera ganado a todos y nos sentiríamos mal, el tío era súper rápido, tanto que no lo volvimos a ver.

Creo que la razón por la que no le dije nada está clara, era superior a mi, tanto social como personal, ella merecía al fuerte de la clase, o al rápido, o al listo. No al normal cuyo peso no era normal. Pero no todo estaba acabado, pasaron los años y yo seguía mirándola de lejos, inventándome historias en casa, salvándola de dragones, de la guerra o cruzando un depósito de agua por ella, como en la película The War protagonizada por Elijah Wood. Me marcó esta película, así como Mi chica aunque está me marcó antes y me enseñó lo que un chico puede hacer por una chica que le gusta. Todo esto para una tarde, ver como mi padre le regalaba una joya a mi madre, no recuerdo que era, pero sí que les robé la caja donde iba. Vi la reacción de mi madre así que deduje que haciéndole un regalo a Paloma la conquistaría o haría que al menos se fijara en mí. Como no tenia dinero le pedí a mi padre que me comprara una joya, la respuesta era obvia así que tuve que apañármelas. De pequeño era muy curioso y lo miraba todo, así que sabia donde guardaba mi madre todas sus cosas, así que una tarde busqué en su cajón alguna cosa que no utilizara, alguna joya que hacia tiempo que no se ponía, yo había hecho mis deberes – no los del colegio, esos nunca- y me había fijado en las orejas de mi madre toda la semana, así que busqué unos pendientes que nunca se ponía. Encontré unos rojos que jamás se los había visto puestos, eran pequeños y perfectos rubíes falsos con un pequeño gancho para colgarlo de la oreja. Los cogí y los guardé en la caja.

Como era tan inteligente había contado cuantas semanas faltaban para sentarnos juntos, era fácil, los de la mesa de la izquierda se movían hacia atrás un sitio cada dos semanas y los de la derecha lo mismo, así todos estábamos con todos. Dejando al azar calculado actuar, llegó la esperada semana que la tendría sentada a mi vera.  Como no, tratándose de mi, esperé al Viernes, bravo. Tenia guardada la caja en el estuche, había pensado si dársela sin más, contárselo todo y decirle que no dijera nada hasta el final como vi en una película, pero no, decidí hacerlo a mi manera. Tiré el escuche al suelo “sin querer”, como estaba abierto se esparcieron las cosas y las fui subiendo a la mesa una a una, incluida la caja con el regalo, bajé otra vez al suelo y esperé allí, doblado como una alcayata hasta escuchar el “¿y esto? ¿Qué es?”. ÉXITO. Subí de nuevo, con una cara radiante de felicidad, dispuesto a decir “un regalo para ti” pero en vez de eso, dije “un regalo para mi madre”. Cagado. Me di cuenta mientras lo abría y decía que eran preciosos que había sido un cagado de mierda y un subnormal. Siguiendo mi propio rollo le pregunté si pensaba que le gustarían, me dijo que a cualquier mujer le gustarían. En ese momento me sentí peor que nunca, vacío, roto y desmembrado por un montón de aguiluchos feos que me arrancaban la piel a tiras. Guardé la cajita en el estuche de nuevo, con mi mejor sonrisa y terminó la semana, aunque para mí, el año, la vida y el momento.

Creo que aquí queda demostrado como soy y seré durante todas estas historias.

Ranura de Memoria 3 – Presente 
-           Vaya, eras un idiota – le dije bromeando, porque al acabar tenia una cara triste que llegaba al suelo - pero un idiota subido ¿eh?
-          Si, quizá si.
-          Eh no, era una broma. No te lo tomes a mal, le podría pasar a cualquiera.

Allí estaba, sentado frente a mí, mirándose los pies. Estaba triste y se notaba, le había exigido mucho y ya tenia suficiente. Le dije que lo dejábamos por hoy que podría marcharse hasta otro día.

-          Voy a estar ocupado – me dijo – ya te llamaré yo.
-          De acuerdo. No te preocupes.

Nos quedamos mirándonos largo rato. En sus ojos vi la mentira, no era que iba a estar ocupado, era que tenia que recuperarse después de aquel recuerdo, se notaba aunque hacia como que no, era imposible no darse cuenta. Era tan tierno y bonito. Aparté la mirada de la suya tan rápidamente como ese pensamiento vino a mi mente, me levanté y lo acompañé a la puerta, despidiéndolo con un seco “adiós”. ¿Qué había pasado?